" “Sí, cuando estás hambrienta –le contesté– tú también comes”. Entonces dio un salto y lanzó miradas terribles, extendió sus dedos como garras contra nosotras y gritó: “Alimento a un buitre en mi cuerpo”."
Descontrolada, loca, posesiva. Psicópata, obsesiva, lujuriosa. Frágil.
Adjetivos que podrían describir a la Elektra de Hugo Von Hofmannsthal. El autor austriaco quiere con su obra alejarse de la versión clásica de Sófocles, pero, al mismo tiempo, no desvincularse de ella, por la que se siente fuertemente atraído.
La Elektra de Hofmannsthal combina la fuerza y majestuosidad del teatro griego con el simbolismo y la sensualidad de una sociedad marcada por los descubrimientos freudianos.
El argumento es el mismo que en el drama sofocliano: Clitemnestra, ayudada por su amante, Egisto, mata a su marido, Agamenón. Su hija, Elektra, busca la venganza. Primero confía en que el nombre de su padre lo honre su hermano Orestes. Pero al ver que éste ha desaparecido, le propone a su hermana, Crisótemis, vengar ellas, juntas, a su padre. Presentado como ópera alemana de un solo acto fue estrenada a principios del siglo XX con música de Richard Strauss.
Algunas críticas aluden al mismo infierno del Bosco, o al de Dante, pero las características que diferencian el uno del otro son muchas. Sexualidad desenfrenada y ríos de sangre no son exactamente dos infiernos igual de comparables, ni de placenteros. Elektra representa la búsqueda insaciable de venganza, el horror de los sentimientos no resueltos. Busca apoyo en sus hermanos para entender que ella misma es la única vía. No importa que Orestes regrese. No sabrán reconocerse. No importa que sea efectivamente él quien vengue la muerte de su padre. No importa porque ella, Elektra, será la irremediable protagonista, la única víctima de su propio sufrimiento.
En la obra se siente la opresión, la fuerza de las máscaras, la falsedad; el otro, lo ajeno, frente al yo, el desconcierto; a cual más peligroso: los enemigos constantes. Se ve de igual modo, la utilización de las personas, el modo cruel de convertir en un objeto la vida. Elektra no deja de aparecer en escena. Es heroína y víctima, es vagabunda en su propio hogar, donde vive obsesionada y confusa.
Los monólogos juegan un papel importante en el drama. Las palabras que forman una cadena de impresiones, un suspiro, la erupción de un volcán, un juego, la luna, el miedo, la seguridad. Palabras.
Elektra es reflejo del mito de Edipo. El hijo enamorado de la madre. La hija enamorada del padre. Elektra representa, además, el papel del sexo y la sexualidad no resuelta.
Es una mujer que posee el elemento demoníaco, que la atrapa, como muestra en la última escena, desde la histeria. Tiene algo de sádica. De ahí la identificación del sexo con la muerte, con el mal, con la suciedad. El sexo como desprecio, del otro y sobre todo, de ella misma. La danza final es el juego del fuego de Dionisio.
Pero Elektra no representa la eternidad de la muerte, sino la fugacidad de la vida.
Elektra
HUGO VON HOFMANNSTHAL
Traducción: Ángel-Fernando Mayo.
Tragedia en un acto (Estrenada en 1909), 58 páginas.
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