"“Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…” Para quienes comprenden la vida habría parecido mucho más cierto. Pues no me gusta que se lea mi libro a la ligera. ¡Me apena tanto relatar estos recuerdos! Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Si intento describirlo aquí es para no olvidarlo. Es triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo."
"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”, escribe Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El principito, en la dedicatoria inicial del libro.
Este relato publicado por primera vez en Estados Unidos en 1943 ha sido traducido a 180 lenguas y dialectos para un montón de niños repartidos por el mundo. Pero la historia de este pequeño príncipe no es sólo un cuento para niños. Es una historia para recordarnos a los adultos qué significa la amistad, y para recordarnos también que un día fuimos niños y que quizás no hayamos cambiado tanto.
Un aviador se encuentra perdido en el desierto del Sahara tras haber tenido un fallo en el motor de su avioneta. Entonces aparece un jovencillo rubio y avivado lleno de preguntas. Es el principito. El relato de sus peripecias mostrará la estupidez y la inercia de los adultos frente a la sabiduría de los niños, aquella inteligencia y sensibilidad que se pierden cuando se crece.
El principito le cuenta al aviador de dónde viene: un pequeño planeta llamado el asteroide B612, donde hay tres volcanes y una rosa. Le explica que un día decidió partir de su planeta para conocer el universo y que fue así cómo se adentró en seis planetas habitados por diversos personajes: Un autoritario rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo que con sus actitudes le demostraron lo rápido que se olvidan los adultos de los sueños en los que creyeron cuando fueron niños y lo falsa y absurda en que se han convertido sus vidas.
En uno de esos viajes, le aconsejan acercarse al séptimo planeta, la tierra. Y es en ese momento en el que se encuentra, recién llegado al desierto.
Ansias de poder, egoísmo, apatía, avaricia, absurdez, falsedad… es lo que ha encontrado en sus viajes y ahora espera, entre los habitantes de la tierra, encontrar algo más… hombres y mujeres que no cuenten las estrellas con la esperanza de poseerlas sino por el placer de apreciar su belleza.
Bellezas sencillas, como las de los dibujos, figuras que son esenciales en el libro, ya que el principito, como los niños, saben que lo que dibujan puede salirse del papel y cobrar vida. Por eso apuestan constantemente por la imaginación. Mientras, el encuentro con diversos personajes, como el zorro, le harán comprender por qué buscó en el mundo amigos que le hicieran no sentirse sólo, que consiguieran que se sintiera especial…
"—Sí, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito semejante a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante entre cien mil zorros. Pero, si tú me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo..."
Pequeñas y agridulces metáforas. Añoranzas. Ritos que expliquen que si se sabe que el anhelo se materializará a las cuatro de la tarde, la felicidad será desde las tres, porque se podrá disfrutar también de la espera, de la preparación. Ritos que además se materializan. Llega el aniversario, la sucesión cíclica del tiempo que le recuerdan que un día como hoy, pero con la belleza y la ingenuidad de los principios, se inició todo.
Es el aniversario de su caída sobre la tierra, y entonces, de regalo, comprende que a pesar de que ahora sí ha encontrado a su amigo, debe regresar a su hogar. Es triste porque todo se acaba. Y porque, como dijo el zorro, “si uno se deja domesticar corre el riesgo de llorar un poco…”.
Aunque el principito sabe también que, aún desde la distancia, su viaje habrá merecido la pena, la esencia quedará siempre, su amigo lo será ya para toda la vida aunque no vuelva a verlo: “No debes olvidarlo. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”, le recordó su amigo el zorro.
Aunque el principito sabe también que, aún desde la distancia, su viaje habrá merecido la pena, la esencia quedará siempre, su amigo lo será ya para toda la vida aunque no vuelva a verlo: “No debes olvidarlo. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”, le recordó su amigo el zorro.
El Principito
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
1991 Editorial Alfredo Ortelis.
2001 Salamandra.
(Diferentes editoriales)