jueves, 1 de julio de 2010

Cerrado por saturación


Cerrado por saturación... Nos vemos en septiembre!! (de no sé qué año)
miércoles, 21 de abril de 2010

La retórica del terror, LUIS VERES

"Lo que siempre se da en el léxico del discurso de los terroristas, que a veces se infiltra en los medios de comunicación, es una huida del término terrorismo, que parece resultar tabú." 
"No es casual que el país por el que sienten mayor atracción los terroristas de los últimos cuarenta años sea el que posee un mayor desarrollo de los medios de comunicación." 
"No es casual que tanto Marx como Engels fueran periodistas" 
Una de las ideas principales que, a lo largo de todo el libro, el filólogo Luis Veres maneja es: «El lenguaje está vinculado a la ideología». 
La retórica del terror (sobre lenguaje, terrorismo y medios de comunicación) analiza cómo el manejo del lenguaje, el uso de la retórica y la persuasión, y la incorporación de términos concretos y eufemismos pueden inducir el pensamiento. 
El libro habla de terrorismo, pero, sobre todo, del tratamiento mediático que este tipo de información recibe en los medios de comunicación. «El lenguaje -explica Veres- es una máscara cuya única finalidad es tergiversar la realidad en lugar de representarla, (...) capaz de convertirse en un instrumento de agitación y de propaganda, pero también de cohesión social y socialización». 
Veres investiga sobre los posibles límites de la información y los peligros de la desinformación. Sobre la moral y la ética cuando se le da voz a un terrorista. Formula la razón/sinrazón de usar un lenguaje aséptico, neutral y objetivo cuando se describe y se informa de una banda de asesinos. 
«El miedo y el terror son la verdadera significación del terrorismo. (...) El miedo está presente en todos los hombres, porque sólo los humanos son conscientes de que pueden morir. El animal no anticipa su muerte, el hombre sí. El miedo es una emoción, un choque contra la proximidad de la muerte, un exceso de cobardía precedido de sorpresa y conmoción que amenaza contra nuestra supervivencia», apunta Veres. Ante el temor, los periodistas a veces optan por intentar dar un tratamiento neutral. «Surge al tratar un atentado terrorista como cualquier otra noticia; la asepsia del lenguaje no puede ser más cruel», añade. 

La retórica del terror 
LUIS VERES 
2003 Ediciones de la Torre, 203 páginas.

domingo, 11 de abril de 2010

Noticia de un secuestro, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

"Tres hombres bajaron del taxi y se dirigieron con paso resuelto al automóvil de Maruja. El alto y bien vestido llevaba un arma extraña que a Maruja le pareció una escopeta de culata recortada con un cañón tan largo y grueso como un catalejo. En realidad, era una Miniuzis de 9 milímetros con un silenciador capaz de disparar tiro por tiro o ráfagas de treinta balas en dos segundos. Los otros dos asaltantes estaban también armados con metralletas y pistolas. Lo que Maruja y Beatriz no pudieron ver fue que del Mercedes estacionado detrás descendieron otros tres hombres."

Una sudadera que se queda grande. Unos anillos que ya no entran en unos dedos hinchados por el paso de los días, por el aumento del sufrimiento. La última mirada -esquiva, temerosa- antes de enfundarse la capucha hacia la liberación o hacia la muerte. 

Gabriel García Márquez conquista con los detalles, y en este gran reportaje en forma de novela, los enumera ajeno pero preciso, haciéndote espectador, que no partícipe, de unos traumas que antes de empezar ya sabes cómo van a acabar. 
No es la intriga lo que te mantiene intrigado. Sabes qué rehenes van a morir y cuales van a sobrevivir. No es ficción. No es imaginación. Es ritmo constante, son cambios en los puntos de vista de los personajes. Es la Noticia de un secuestro contada después de que los hechos ocurriesen, pero sin caer en lugares comunes ni en sentimentalismos. Personas que al convertirse en personajes, se destapan, se desnudan, se quedan a la intemperie, a solas con su esencia. 
"Periodista hasta el final, Hero Buss le dio su cámara al primer peatón que pasó y le pidió que le hiciera la foto de la liberación".Y lo ves ahí, consciente de dónde está la noticia.

La ausencia de información es uno de los focos del relato. La importancia de leer entre líneas los telediarios, de hacerlo propio, y el presentimiento de por qué el mundo real, un día, es arrancado: "Sólo entonces entendieron que les habían quitado el televisor y el radio para que no conocieran el final de la noche."
En cada palabra hay rabia, sumisión, orgullo, ira, miedo, irracionalidad. García Márquez explica la intención en el prólogo: "Maruja Pachón y su esposo, Alberto Villamizar, me propusieron en octubre de 1993 que escribiera un libro con las experiencias de ella durante su secuestro de seis meses, y las arduas diligencias en que él se empeñó hasta que logró liberarla".


Noticia de un secuestro
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
1996 Mondadori, 327 páginas.
DeBolsillo, Rba...
miércoles, 31 de marzo de 2010

El mundo amarillo, ALBERT ESPINOSA

"Amarillo es la palabra que define a esa gente que cambia tu vida (mucho o poco) y que quizá vuelvas o no vuelvas a ver"







Una sonrisa puede ser la mejor terapia. Aún mejor las carcajadas. Creer y crear, la mejor solución. Antes de escribir este post he hecho la prueba, he intentado explicar qué era el mundo amarillo a alguien que en su vida había oído hablar ni de amarillos ni de Albert Espinosa
No sé sí lo he conseguido, pero creo que la esencia ha quedado... Siempre y cuando se quiera entender, se quiera soñar... Se sea capaz de aceptar las respuestas. 

Entre los 14 y los 24 años, este escritor y guionista de televisión estuvo entrando y saliendo de la planta de oncología de hospitales infantiles. Tras diez años de enfermedad salió con 23 descubrimientos y una pierna menos. Lo que aprendió en el hospital es lo que ha querido mostrar en este libro, lleno de humor y de vitalidad.
¿Qué es el mundo amarillo? Es el mundo donde se conciben los sueños y en el que cada persona se construye junto a su propios amarillos. ¿Y que son los amarillos? Pues no son ni amigos ni amantes. Pero son personas que te cambian la vida, que te la transforman de arriba a abajo. 
Pero el mundo amarillo no es un espacio que habite en la imaginación. Es un lugar que se nutre de la realidad. Nuestros amarillos están en casa, en clase, en el trabajo, en la calle, en la vida... Aunque no estoy conforme con todas las premisas que, según Espinosa, deben cumplir tus "amarillos". No comparto especialmente dos: ni que los amarillos siempre y en todo caso se esfumen, ni que sean exclusiva y fetichistamente un número limitado en 23 personas. Creo que, dependiendo de la persona, los amarillos pueden ser 3, 15 o 42... Influyen muchas cosas. Y creo que, aunque en el mayor de los casos, un amarillo verdadero desaparece una vez cumplida su función, no siempre se cierra la puerta a nuevos y posibles reencuentros. 

Un amarillo es una persona que, de pronto, aparece en tu vida y te la trastoca, conecta contigo más allá de la complicidad, se convierte en tu aliado, te conoce en lo más íntimo, compartes y te compartes en un tiempo ajeno al que marca el reloj, vives experiencias muy intensas, necesitas de su contacto físico, de sus abrazos, de su ternura... y, con la misma magia con que llegó, un día desaparece.
Albert Espinosa dice que ese final es para siempre. "Tienen y deben tener caducidad. No debes ni tan siquiera enviarle un e-mail, una llamada o un sms para mantener algo vivo", explica el autor. A mí me cuesta reconocer ese punto final. Aunque es la forma más bonita de aceptar que las perdidas "son positivas".

¿De qué más habla El mundo amarillo?
1. De listas: "Creo en las listas, me encantan", explica. "No hay etiquetas, no hay reglas", matiza.
2. De energías: "las que aparecen a los treinta minutos".
3. De cuestiones: "Haz cinco buenas preguntas al día"...
4. De dudas: "Coge una libreta y apunta, apunta todo lo que no comprendas".
5. De deseos: "Junta los labios y sopla".
6. De finales: "No moriremos de cáncer, moriremos de aburrimiento".
7. Y de muchas más cosas... "Si crees en los sueños, ellos se crearán".

El mundo amarillo
ALBERT ESPINOSA
2009 DeBolsillo, 168 páginas.
lunes, 8 de marzo de 2010

Mil soles esplendidos, KHALED HOSSEINI

"Ah, y también te pido que te pongas burka cuando salgas conmigo a la calle. Para protegerte, naturalmente. Es lo mejor, Ahora hay muchos hombres libinidosos por la ciudad."
"Se prohíbe cantar, se prohíbe bailar (...). Si tenéis periquitos, seréis azotadas. A los pájaros se les dará muerte".




Miriam tenía cinco años la primera vez que se dio cuenta que no sería respetada, ni como mujer, ni como persona. Laila nació en otra época, cuando en Afganistan la mujer sí optaba ya a una educación y los padres soñaban con ver crecer a sus hijas en libertad. 
Pero sólo eran sueños que ni siquiera hoy pueden materializarse.
Miriam nació en 1959; Laila, en 1978. Apenas hace 50 años, apenas 30. Las convulsiones de un país en constante lucha vistas desde la perspectiva personal, desde la mirada de mujeres unidas por las circunstancias, por los zarpazos de las guerras. 
Mil soles esplendidos es un tratado de amistad y de supervivencia. De ilusiones rotas con el caer de las bombas y del imprescindible rol de la mujer, incluso cuando se le impone estar oculta detrás del velo. 
Su autor, Khaled Hosseini, goza de bastante popularidad tras el éxito de su anterior novela, Cometas en el cielo. Nacido en Kabul, cuando tenía 15 años se exilió junto a su familia a Estados Unidos, un año después de la invasión soviética de Afganistán.
El rechazo que a veces provoca de cara a su posterior lectura el ver convertida una historia en best seller (como ha sido ésta), se disipa en las primeras páginas, cuando te provoca una absorción inmediata. Una intimidación absoluta que no te deja frío, una realidad que te aterra.

Lo más conmovedor es la descripción de la cotidianidad debajo del bombardeo, como si morir fuese más lógico que vivir: "Luego se estrelló contra la pared y se desplomó. Sobre su rostro y sus brazos cayó una lluvia de polvo, piedras y cristales". El dolor con apariencia de sencillo.
Miriam y Laila son dos mujeres fuertes que ven entrecruzarse sus vidas. Más allá de un individualismo, las circunstancias las convierte en hermanas, cómo única arma para enfrentarse al miedo, hacerlo juntas. Cuando Miriam y Laila están convencidas de que ya no pueden más, saben aún dar otro paso hacia delante; cuando el lector queda al borde del abismo incapaz de sostenerse sin caer, la historia vuelve a dar otro vuelco. "No puedo", dice Laila. "Pues no te queda más remedio", le responde Miriam.


Mil soles esplendidos
KHALED HOSSEINI
Traducción: Gema Moral Bartolomé.
2007 Salamandra, 380 páginas.
lunes, 1 de marzo de 2010

El léctor, BERNHARD SCHLINK

"Pero cuando me siento herido vuelven a asomar las antiguas heridas, cuando me siento culpable vuelve la culpabilidad de entonces, y en los deseos y las añorranzas de hoy se ocultan el deseo y la añoranza de lo que fue. Los estratos de nuestra vida reposan tan juntos los unos sobre los otros que en lo actual siempre advertimos la presencia de lo antiguo, y no como algo desechado y acabado, sino presente y vivido."




Hanna observa atentamente a Michael. Analiza los movimientos que el chico hace con su boca al narrar: la lengua, los labios, la mandíbula… cómo son colocados para permitir la nítida salida de la voz, la exacta modulación del sonido, la melodía de sus palabras, el ritmo que impera. Se detiene también ante su gesticulación y sus movimientos: con una mano, Michael sujeta el libro que lee; con la otra, da viveza al relato. Adopta el cuerpo, lo mimetiza con la narración. Está desnudo. En su desnudez, Hanna estudia también la emoción: cómo se eriza la piel, cómo surcan las lágrimas, cómo nace el sudor. También Hanna está desnuda. Entre ellos, entre sus cuerpos, las voces de la literatura. Él lee y ella escucha atenta cada palabra, el significado exacto y evocativo de cada argumento. Imaginan, recrean, sienten. La lectura les une y la escena es tan sensual como la que protagonizan cuando cierran el libro.

La imagen descrita puedes imaginártela o puedes verla. Leí primero el libro y después vi la película. Ni el uno ni la otra decepcionan. Al contrario, el libro es un texto magnífico, una novela maravillosa, arrasadora. Y la película es una recreación que nada tiene que envidiarle. 

Michael es un adolescente novato de quince años con una salud endeble. Hanna es una mujer de 36 años, revisora de trenes, con demasiados secretos. Un día, a la vuelta del colegio, él se siente mal, y ella, una mujer desconocida hasta entonces, lo cuida y lo acompaña a casa. Empiezan así una historia de amor, sexo y literatura.

Un día, ella desaparece. El chico siente que el mundo se acaba, pero el mundo siempre sigue. Pasan los años. El chico se convierte en un estudiante de Derecho. Es la Alemania de finales de los años cincuenta, marcada por la Segunda Guerra Mundial. Estudiando leyes, Michael acude como observador a los juicios contra criminales de guerra. Se acusa a varias mujeres de haber trabajado para las fuerzas SS como carceleras de los campos de concentración de Auschwitz. Hanna es una de las acusadas.

¿Hasta qué punto somos capaces de perdonar? ¿El amor puede competir con la moral? ¿Se puede confiar al cien por cien en las personas que queremos? ¿Según qué parámetros se debe juzgar el pasado? ¿Hasta dónde se puede guardar un secreto?

Cuando leí El lector, novela escrita por Bernhard Schlink, me pareció una obra redonda, exquisita, precisa. Me encantó. A la adaptación cinematográfica no entré demasiado convencida, salí exhausta, maravillada. Me pareció una película preciosa, nítida, clara. Emocionante. Y la interpretación de Kate Winslet, impresionante. Ruda y frágil, fuerte y sensible. Una actuación fantástica.
Literatura e historia entremezcladas. Pasado y presente quedan como tiempos enlazados dejando muchas preguntas sin resolver.

El léctor
BERNHARD SCHLINK
Traducción: Joan Parra Contreras.
2000 Anagrama, 203 páginas.
sábado, 13 de febrero de 2010

Relato de un náufrago, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


"Hay un instante en que ya no se siente dolor. La sensibilidad desaparece y la razón empieza a embotarse hasta cuando se pierde la noción del tiempo y del espacio. Boca abajo en la balsa, con los brazos apoyados en la borda y la barba apoyada en los brazos, sentí al principio los despiadados mordiscos del sol. Vi el aire poblado de puntos luminosos, durante varías horas. Por fin cerré los ojos, extenuado, pero entonces ya el sol no me ardía en el cuerpo. No sentía sed ni hambre. No sentía nada, aparte de una indiferencia general por la vida y la muerte. Pensé que me estaba muriendo. Y esa idea me llenó de una extraña y oscura esperanza".

"...que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre". Éstas son las palabras que aparecen como subtítulo en la novela corta titulada Relato de un náufragoescrita por Gabriel García Márquez. Es la historia de un hombre que naufraga en el mar del Caribe. Una descripción detallada de los diez días que el marino pasó no dejándose morir, aguardando en una balsa un rescate que nunca llegó. Diez días en los que su única compañía fueron siete gaviotas, un puñado de tiburones puntuales y un reloj preciso. 
El barco donde Luis Alejandro Velasco navegaba, el buque militar A. R. C. Caldas, partió de Mobile (Estados Unidos) y naufragó el 28 de febrero de 1955. Velasco fue el único superviviente, aferrado en una balsa hasta que logró llegar a la costa de Colombia. 

La publicación de esta historia, convertida en libro en 1970, se llevó a cabo por entregas en  El Espectador, de Bogotá, en 1955, concebida como un largo reportaje periodístico. En el prólogo, titulado "La historia de esta historia", que precede a la publicación del libro, García Márquez explica el gran revuelo mediático y político que supuso este texto, ya que ponía en evidencia la existencia, durante la dictadura militar colombiana, de casos de contrabando ilegal en los buques de la armada del país.
En dicho prólogo, el autor explica cómo se concibió este texto y cuales fueron sus entresijos. Aunque es un reportaje, se concibe en primera persona, en un tono de ficción que nace de la colaboración entre el autor y su entrevistado. 
El prólogo acaba con el siguiente lamento: 
"Yo no había vuelto a leer este relato desde hace quince años. Me parece bastante digno para ser publicado, pero no acabo de comprender la utilidad de su publicación. Me deprime la idea de que a los editores no les interese tanto el mérito del texto como el nombre con que está firmado, que muy a mi pesar es el mismo de un escritor de moda. Si ahora se imprime en forma de libro es porque dije sí sin pensarlo muy bien, y no soy un hombre con dos palabras".
La sencillez con que está escrita la novela, y su fuerza, hacen que la devores, incluso sabiendo el final. Evidencia por qué García Márquez, además de un buen escritor, es un excelente periodista. Y te dejas frases, como la siguiente, que te hacen desarrollar una increíble empatía con el personaje: "Puede esperarse un año en el mar, pero hay un día en que ya es imposible soportar una hora más".


Relato de un náufrago 
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
1989 Editorial Mondadori (1970, 1º edición / 1999, 2º ed.). 172 páginas.
lunes, 1 de febrero de 2010

El cielo de Madrid, JULIO LLAMAZARES
















"Pero, aquel año, era diferente. Aquel año, la inquietud había dejado paso a una especie de nostalgia inexplicable que me oprimía el estómago y que, en lugar de atenuarse, como me ocurría otras veces, había ido en aumento a medida que el verano transcurría. Era como si temiese que, aquel verano, las despedidas fueran a ser para siempre; como si presintiera que, a la vuelta de mi viaje, ya nada sería lo mismo; como si supiera ya que, aquel año, el verano no iba a ser otro paréntesis de tiempo, como todos los veranos anteriores, sino un punto y aparte en nuestras vidas".
Es fácil: "Te lo cuento ahora, que no me escuchas, porque, cuando me escuches, ya no sabré decírtelo". Así podría explicarse. Así parece iniciarse este relato que, sin embargo, no se inicia sino que se acaba. Así parece el escritor Julio Llamazares dibujar el camino recorrido, mirando y analizándolo en detalle para saber si por donde ahora se pisa es camino nuevo o es un camino ya transitado.
Así, haciendo preguntas cuando las respuestas ya dan lo mismo porque ya no varían el resultado. Así, mirando al cielo de anhelos y esperanzas, al cielo de azules y rosas velazqueños que se colorea en Madrid...

Este retrato generacional narra el recorrido vital de Carlos, un pintor treintañero que, junto a sus amigos (todos músicos, escritores, pintores...) ve pasar el tiempo y soñar la vida.
El cielo de Madrid habla de lo que ocurre cuando los deseos se convierten en realidad dejando al descubierto que valían menos de lo que se apostó por ellos. La búsqueda constante de la felicidad, ya sea con la cara del éxito o con la del fracaso, desde la absorbente actividad o desde la espesa calma; desde la contagiosa ilusión o desde la más profunda apatía.

Carlos y sus amigos miran al techo de El Limbo, el bar en el que se beben la vida esperando hallar respuestas. Y al no encontrarlas, deciden adentrarse en la ciudad. Madrid y sus cielos, que la diferencian, que la caracterizan...

Es esa la razón por la cual, la narración está estructurada, al estilo dantesco, en limbo, infierno, purgatorio y cielo. Cuatro fases que representan la despedida necesaria de la juventud y la asimilación inexcusable de la etapa adulta.
Andar cerca de los cuarenta y mirar atrás para analizar si lo alcanzado corresponde con lo que se persiguió. Frustraciones, inconformismo, contrariedad... Inseguridad, que alcanzar años no significa aclarar ideas... Y aprender al fin que las decisiones sí tienen consecuencias.
Y dibujarlo con un ejemplo. El arte como forma de vida, cuando pasión y profesión beben de la misma fuente:
"Desde que tenía memoria, no había hecho otra cosa que pintar y, en base a esa convicción, había tomado todas las decisiones sin pararme a pensar siquiera que podía, por supuesto, equivocarme. ¿Cuánta gente, al cabo de los años, se da cuenta de repente que se ha equivocado de profesión? Pero para mí pintar era mucho más que eso. Para mí pintar un cuadro era, más que una profesión o un oficio, una forma de vivir y de sentir."


El cielo de Madrid 


JULIO LLAMAZARES
2005 Editorial Alfaguara. 264 páginas.
domingo, 17 de enero de 2010

El principito, SAINT-EXUPÉRY


"“Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…” Para quienes comprenden la vida habría parecido mucho más cierto. Pues no me gusta que se lea mi libro a la ligera. ¡Me apena tanto relatar estos recuerdos! Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Si intento describirlo aquí es para no olvidarlo. Es triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo."

"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”, escribe Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El principito, en la dedicatoria inicial del libro.

Este relato publicado por primera vez en Estados Unidos en 1943 ha sido traducido a 180 lenguas y dialectos para un montón de niños repartidos por el mundo. Pero la historia de este pequeño príncipe no es sólo un cuento para niños. Es una historia para recordarnos a los adultos qué significa la amistad, y para recordarnos también que un día fuimos niños y que quizás no hayamos cambiado tanto.

Un aviador se encuentra perdido en el desierto del Sahara tras haber tenido un fallo en el motor de su avioneta. Entonces aparece un jovencillo rubio y avivado lleno de preguntas. Es el principito. El relato de sus peripecias mostrará la estupidez y la inercia de los adultos frente a la sabiduría de los niños, aquella inteligencia y sensibilidad que se pierden cuando se crece.
El principito le cuenta al aviador de dónde viene: un pequeño planeta llamado el asteroide B612, donde hay tres volcanes y una rosa. Le explica que un día decidió partir de su planeta para conocer el universo y que fue así cómo se adentró en seis planetas habitados por diversos personajes: Un autoritario rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo que con sus actitudes le demostraron lo rápido que se olvidan los adultos de los sueños en los que creyeron cuando fueron niños y lo falsa y absurda en que se han convertido sus vidas.

En uno de esos viajes, le aconsejan acercarse al séptimo planeta, la tierra. Y es en ese momento en el que se encuentra, recién llegado al desierto.
Ansias de poder, egoísmo, apatía, avaricia, absurdez, falsedad… es lo que ha encontrado en sus viajes y ahora espera, entre los habitantes de la tierra, encontrar algo más… hombres y mujeres que no cuenten las estrellas con la esperanza de poseerlas sino por el placer de apreciar su belleza.

Bellezas sencillas, como las de los dibujos, figuras que son esenciales en el libro, ya que el principito, como los niños, saben que lo que dibujan puede salirse del papel y cobrar vida. Por eso apuestan constantemente por la imaginación. Mientras, el encuentro con diversos personajes, como el zorro, le harán comprender por qué buscó en el mundo amigos que le hicieran no sentirse sólo, que consiguieran que se sintiera especial…
"—Sí, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito semejante a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante entre cien mil zorros. Pero, si tú me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo..." 
Pequeñas y agridulces metáforas. Añoranzas. Ritos que expliquen que si se sabe que el anhelo se materializará a las cuatro de la tarde, la felicidad será desde las tres, porque se podrá disfrutar también de la espera, de la preparación. Ritos que además se materializan. Llega el aniversario, la sucesión cíclica del tiempo que le recuerdan que un día como hoy, pero con la belleza y la ingenuidad de los principios, se inició todo.

Es el aniversario de su caída sobre la tierra, y entonces, de regalo, comprende que a pesar de que ahora sí ha encontrado a su amigo, debe regresar a su hogar. Es triste porque todo se acaba. Y porque, como dijo el zorro, “si uno se deja domesticar corre el riesgo de llorar un poco…”.
Aunque el principito sabe también que, aún desde la distancia, su viaje habrá merecido la pena, la esencia quedará siempre, su amigo lo será ya para toda la vida aunque no vuelva a verlo: “No debes olvidarlo. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”, le recordó su amigo el zorro.


El Principito 
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
1991 Editorial Alfredo Ortelis.
2001 Salamandra. 
(Diferentes editoriales)
miércoles, 13 de enero de 2010

Hiroshima, JOHN HERSEY


 "Sería imposible saber qué horrores quedaron grabados en la memoria de los niños que vivieron el día del bombardeo de Hiroshima"






Las huellas eternas.
La vida escuchada desde la megafonía de un tren.
El desconcierto.
Las consecuencias.

Se estima que hacia finales de 1945 unas 140.000 personas habían muerto en Hiroshima a causa de la bomba atómica. De ellas, unas 90.000 murieron prácticamente en el acto; el resto, en los meses posteriores. No se ha logrado hacer un cálculo preciso de cuántas murieron en los años sucesivos y de cuántas sufrieron malformaciones posteriores a causa de la radiación a la que fueron expuestos.
"De una ciudad activa de 250.000 habitantes en la mañana, a un montón de residuos en la tarde", detalla Hersey. Los japoneses que no murieron a causa del bombardeo sentían cierta aprensión a ser llamados supervivientes, ya que consideraban que remarcar el hecho de estar vivos podía incidir en ofensa a los que estaban muertos. Por eso preferían que se hablase de ellos como los "Hibakushas", que significa "persona afectada por la explosión".

La señorita Toshiko Sasaki acababa de ocupar su puesto en la oficina donde trabajaba cuando sintió el relampagueo que la bomba atómica estaba produciendo sobre la ciudad de Hiroshima. Eran las ocho y cuarto de la mañana del seis de agosto de 1945. Fue una de los seis "hibakushas" en los que Hersey centró un reportaje publicado con el nombre de Hiroshima.
Un buen reportaje debe alejarse de abstracciones líricas y lugares comunes, y personificar, concretar. Esa es una de las premisas básicas que enseñan en las facultades de periodismo a la hora de abordar las reglas para la elaboración de reportajes. Hersey, nacido en China pero de familia norteamericana, se acoge a esta regla con precisión para contar cómo vivieron el bombardeo seis personas y hacer un recorrido sobre cuales fueron las posteriores consecuencias que la explosión les dejó.

La voz de los vivos
Un año después del atentado, Hersey visita Hiroshima y se acerca a los supervivientes para convertirse en su voz.
Tras el bombardeo, Toshiko Sasaki tuvo que hacerse cargo de sus hermanos pequeños, Yasuo y Yaeko. El dolor físico en su pierna le acompañó siempre. La necesidad de no pensar demasiado en el pasado, también. Es el primer retrato, la primera referencia. Kiyoshi Tanimoto, pastor de la Iglesia Metodista, fue otro de los "hibakushas".
Hatsuyo Nakamura, viuda de un costurero, es la tercera.Se aferró a su maquina de coser para sacar a su familia adelante. La búsqueda constante de sustento, el trabajo como dignidad humana, se convirtió en su constante vital.
Terufumi Sasaki se pasaría la vida intentando no atormentarse por el recuerdo de las noches posteriores al bombardeo. El padre Wilhelm Kleinsorge, sacerdote alemán, entendió que haber vivido esa experiencia le convertía en más japonés que alguno de sus coetáneos nativos. El doctor Masakazu Fujii ya nunca volvió a leer la revista Asahi de Osaka en el porche de su hospital privado con la misma calma que lo estaba leyendo en el momento en que el cielo de Hiroshima se volvió rojo. Son las otras tres personas que comprenden un cohesionado relato.

Hersey quiso hacer un reportaje largo sobre estas seis vidas para The New Yorker, pero resultó demasiado extenso. El editor Wiliam Shawn decidió, sin embargo, apostar por la historia, y el 31 de agosto de 1946 la revista sacó un número dedicado íntegramente al reportaje, que posteriormente sería editado en libro convirtiéndose en un referente periodístico.
El primer capítulo lo titula "Un resplandor silencioso". El arrebato inicial, la ignorancia. Después, la lucha por sobrevivir, por superar el pasado. Primero las heridas; tras ellas, los efectos de la radiotoxemia. Los ataques nucleares ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos, dejó en ellos una marca imborrable. El bombardeo que junto al de Nagasaki puso punto final a la Segunda Guerra Mundial les cambió las perspectivas, las ideas.

Cuarenta años más tarde, Hersey regresa a Hiroshima para dejar constancia de que el mundo siguió dando vueltas tras aquella explosión, pero, para algunos, con el rumbo cambiado.
Sobrio y directo, desnudo de sensacionalismo y tópicos, Hersey dibuja el perfil de estos seis personajes construyendo un relato ejemplar y absolutamente descriptivo de la personalidad japonesa. El desamparo y el sufrimiento humano superado por las ansias de vivir por encima de cualquier destrucción.
Sencillo, ágil, sereno. Imparcialidad y rigor para dejar constancia que el buen periodismo testimonial es posible. Un relato limpio que no necesita de excesos para recrear el ambiente de desamparo, el estado de impotencia. La asimilación de derrotas y los anhelos truncados como única pertenencia cuando la vida se rompe en un instante.

"Continuaron su camino", escribe Hersey, y sigue: "Ahora no había demasiada gente caminando por las calles, pero muchos aparecían sentados o acostados sobre el pavimento, vomitando, esperando la muerte, muriendo".
Toshiko Sasaki, Kiyoshi Tanimoto, Hatsuyo Nakamura, Terufumi Sasaki, Wilhelm Kleinsorge y Masakazu Fujii no estaban entre esos muertos. Ellos sobrevivieron, continuaron su camino... pero un camino marcado por las huellas eternas de aquel seis de agosto en Hiroshima.

Hiroshima
JOHN HERSEY
Traducción: Juan Gabriel Vásquez.
2002 Turner, 184 páginas.
2009 DeBolsillo, 192 páginas.
lunes, 4 de enero de 2010

El año del pensamiento mágico, JOAN DIDION



"Solía contarle a John mis sueños, no tanto para entenderlo como para librarme de ellos, para mantener clara la cabeza a lo largo del día. “No me cuentes el sueño”, me decía al despertarse por la mañana, pero finalmente lo escuchaba. Cuando murió, dejé de soñar."




"La información es control", le habían enseñado desde niña a Joan Didion. Sin embargo, en un instante, el control es una utopía y la vida, un desorden. Todo se escapa y sólo queda avanzar a ciegas. "Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba. En un soplo. O a falta de uno".
La escritora Joan Didion estaba preparando la cena junto a su marido John en un día aparentemente similar a cualquier otro. De pronto, en un segundo, su marido sufrió un ataque al corazón y murió prácticamente en el acto. Su vida cambió.
Esa misma tarde habían estado en el hospital. Su única hija, Quintana, llevaba varios días inconsciente ingresada en la UVI. Aunque durante la redacción de este libro pareció recuperarse, al poco tiempo empeoró y murió, con 39 años.
De la noche a la mañana, el mundo de Joan Didion había desaparecido, sus sólidas construcciones se habían desplomado con un único soplo. Sola emprendió el camino de la búsqueda de la luz, de la recomposición. Inició su año del pensamiento mágico.

"No podía contar las veces que a lo largo de un día normal, se me ocurría algo que necesitaba decirle. Ese impulso no se acabó con su muerte. Lo que se acabó fue la posibilidad de una respuesta. Leo algo en el periódico que normalmente lo hubiera leído él."
La cotidianidad compartida se convierte en ese instante en una cotidianidad inesperadamente solitaria. Hay que reaprender a vivir.
El año del pensamiento mágico no es un manual ni un libro de autoayuda, es un testimonio directo -y limpio de cualquier sentimentalismo meloso- sobre la pérdida y el estado de orfandad en que deja una inesperada muerte o un repentino cambio. Habla de la vulnerabilidad del ser humano y de la inutilidad de querer controlar lo incontrolable, la propia vida que en un momento deja fulminada cualquier aparente situación de orden y lógica.
Una descripción exacta: "Somos imperfectos mortales, conscientes de nuestra mortalidad aún cuando tratemos de eludirla, vencidos ante nuestra propia complejidad, tan acorralados que cuando nos dolemos por lo que hemos perdido, también nos dolemos, para bien o para mal, por nosotros mismos. Por lo que ya no somos. Por la nada absoluta que un día seremos."

Y al describir la sensación extrema de vacío y de inutilidad, también se abordan otros procesos que la autora experimentó durante el año posterior a la muerte de su marido. El dolor extremo, la incredulidad, la esperanza, la asimilación, la adaptación... La cotidianidad tras el arrebato. La necesidad de enterrar el pasado para poder mirar hacia delante. Lo que convierte a este relato, publicado en Nueva York en octubre de 2005, en una extraordinaria prueba de supervivencia.

El año del pensamiento mágico
JOAN DIDON
Traducción: Olivia de Miguel.
2006 (2º edición) Editorial Global Rhythm Press, 209 páginas.

sábado, 2 de enero de 2010

84, Charing Cross Road, HELENE HANFF


"Me encantan esos libros de segunda mano que se abren por aquella página que su anterior propietario leía más a menudo. El día en que me llegó el ejemplar de Hazlitt, se abrió por una página en la que leí: "Detesto leer libros nuevos." Y saludé como a una camarada a quienquiera que lo hubiera poseído antes que yo."




La escritora neoyorquina Helene Hanff sueña con conocer algún día la Inglaterra descrita en la literatura inglesa. Mientras la dibuja en su imaginación, alimenta el sueño leyendo esos libros. En el 84 de la londinense Charing Cross Road se sitúa la emblemática librería que le proporciona ese alimento necesario.

Hanff, desde su Nueva york natal, descubre un anuncio en el Saturday Review de una librería londinense especializada en libros agotados. Decide escribirles y tras presentarse como una "escritora pobre amante de los libros antiguos", adjunta una lista con sus "necesidades más apremiantes".
Al otro lado del océano, recibe la carta el librero Frank Doel, que educadamente responde a la carta y le adjunta alguno de los ejemplares demandados. Es el otoño de 1949 y cruzando el Atlántico se inicia, en ese momento y de ese modo, una relación, a primeras comercial, que dejará al descubierto la inmensa pasión de ambos por los libros.

El intercambio de cartas se prolongará a lo largo de dos décadas, un tiempo en el cual, además de numerosos libros, se intercambiarán deseos, ilusiones y la cotidianidad definida por el paso de los años. Veinte años de venta de libros que serán testigo de la continuidad de la vida, del crecimiento de las hijas del librero, de los nuevos trabajos de la escritora, del pastel hecho con pasas una tarde de invierno, del ambiente político de una Inglaterra de posguerra limitada por la racionalización de alimentos...
A su vez, la relación humana que se establece entre ambos se contagia al resto de los empleados de la librería. La confianza no impuesta, la intimidad que se descubren en esas cartas se ampara en la tranquilidad que da el desconocimiento, la de no saber cómo es el destinatario de las cartas, y la que propicia la distancia. Libros, harina, huevos, bodas, esperanzas. Cartas donde se desmenuzan las miserias, la gratitud, el anhelo... envuelto todo por un amor intenso a los libros, a leerlos y a tocarlos, a respirarlos, a subrayarlos, a sentirlos.

Dedicatorias escritas en un papel, como si "una dedicatoria manuscrita en el libro le hiciera perder valor... cuando para su actual propietaria lo habría incrementado muchísimo". La sucesión de lecturas, autores, poemas... las ganas contagiadas de leer esos libros. La magia de la espera dejada caer en una nota: "Cuéntame cosas acerca de Londres: el metro, las antiguas escuelas de derecho, Mayfair, el lugar donde estaba el Globe Theatre, todo lo que se te ocurra.". La lectura actual de unas cartas que regalan la posibilidad de compartir las pequeñas y eternas pasiones, de mantener vivo el recuerdo de una librería de la que hoy sólo queda una placa.

84, Charing Cross Road
HELENE HANFF
Editorial Anagrama, 125 páginas.
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