sábado, 13 de febrero de 2010

Relato de un náufrago, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


"Hay un instante en que ya no se siente dolor. La sensibilidad desaparece y la razón empieza a embotarse hasta cuando se pierde la noción del tiempo y del espacio. Boca abajo en la balsa, con los brazos apoyados en la borda y la barba apoyada en los brazos, sentí al principio los despiadados mordiscos del sol. Vi el aire poblado de puntos luminosos, durante varías horas. Por fin cerré los ojos, extenuado, pero entonces ya el sol no me ardía en el cuerpo. No sentía sed ni hambre. No sentía nada, aparte de una indiferencia general por la vida y la muerte. Pensé que me estaba muriendo. Y esa idea me llenó de una extraña y oscura esperanza".

"...que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre". Éstas son las palabras que aparecen como subtítulo en la novela corta titulada Relato de un náufragoescrita por Gabriel García Márquez. Es la historia de un hombre que naufraga en el mar del Caribe. Una descripción detallada de los diez días que el marino pasó no dejándose morir, aguardando en una balsa un rescate que nunca llegó. Diez días en los que su única compañía fueron siete gaviotas, un puñado de tiburones puntuales y un reloj preciso. 
El barco donde Luis Alejandro Velasco navegaba, el buque militar A. R. C. Caldas, partió de Mobile (Estados Unidos) y naufragó el 28 de febrero de 1955. Velasco fue el único superviviente, aferrado en una balsa hasta que logró llegar a la costa de Colombia. 

La publicación de esta historia, convertida en libro en 1970, se llevó a cabo por entregas en  El Espectador, de Bogotá, en 1955, concebida como un largo reportaje periodístico. En el prólogo, titulado "La historia de esta historia", que precede a la publicación del libro, García Márquez explica el gran revuelo mediático y político que supuso este texto, ya que ponía en evidencia la existencia, durante la dictadura militar colombiana, de casos de contrabando ilegal en los buques de la armada del país.
En dicho prólogo, el autor explica cómo se concibió este texto y cuales fueron sus entresijos. Aunque es un reportaje, se concibe en primera persona, en un tono de ficción que nace de la colaboración entre el autor y su entrevistado. 
El prólogo acaba con el siguiente lamento: 
"Yo no había vuelto a leer este relato desde hace quince años. Me parece bastante digno para ser publicado, pero no acabo de comprender la utilidad de su publicación. Me deprime la idea de que a los editores no les interese tanto el mérito del texto como el nombre con que está firmado, que muy a mi pesar es el mismo de un escritor de moda. Si ahora se imprime en forma de libro es porque dije sí sin pensarlo muy bien, y no soy un hombre con dos palabras".
La sencillez con que está escrita la novela, y su fuerza, hacen que la devores, incluso sabiendo el final. Evidencia por qué García Márquez, además de un buen escritor, es un excelente periodista. Y te dejas frases, como la siguiente, que te hacen desarrollar una increíble empatía con el personaje: "Puede esperarse un año en el mar, pero hay un día en que ya es imposible soportar una hora más".


Relato de un náufrago 
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
1989 Editorial Mondadori (1970, 1º edición / 1999, 2º ed.). 172 páginas.
lunes, 1 de febrero de 2010

El cielo de Madrid, JULIO LLAMAZARES
















"Pero, aquel año, era diferente. Aquel año, la inquietud había dejado paso a una especie de nostalgia inexplicable que me oprimía el estómago y que, en lugar de atenuarse, como me ocurría otras veces, había ido en aumento a medida que el verano transcurría. Era como si temiese que, aquel verano, las despedidas fueran a ser para siempre; como si presintiera que, a la vuelta de mi viaje, ya nada sería lo mismo; como si supiera ya que, aquel año, el verano no iba a ser otro paréntesis de tiempo, como todos los veranos anteriores, sino un punto y aparte en nuestras vidas".
Es fácil: "Te lo cuento ahora, que no me escuchas, porque, cuando me escuches, ya no sabré decírtelo". Así podría explicarse. Así parece iniciarse este relato que, sin embargo, no se inicia sino que se acaba. Así parece el escritor Julio Llamazares dibujar el camino recorrido, mirando y analizándolo en detalle para saber si por donde ahora se pisa es camino nuevo o es un camino ya transitado.
Así, haciendo preguntas cuando las respuestas ya dan lo mismo porque ya no varían el resultado. Así, mirando al cielo de anhelos y esperanzas, al cielo de azules y rosas velazqueños que se colorea en Madrid...

Este retrato generacional narra el recorrido vital de Carlos, un pintor treintañero que, junto a sus amigos (todos músicos, escritores, pintores...) ve pasar el tiempo y soñar la vida.
El cielo de Madrid habla de lo que ocurre cuando los deseos se convierten en realidad dejando al descubierto que valían menos de lo que se apostó por ellos. La búsqueda constante de la felicidad, ya sea con la cara del éxito o con la del fracaso, desde la absorbente actividad o desde la espesa calma; desde la contagiosa ilusión o desde la más profunda apatía.

Carlos y sus amigos miran al techo de El Limbo, el bar en el que se beben la vida esperando hallar respuestas. Y al no encontrarlas, deciden adentrarse en la ciudad. Madrid y sus cielos, que la diferencian, que la caracterizan...

Es esa la razón por la cual, la narración está estructurada, al estilo dantesco, en limbo, infierno, purgatorio y cielo. Cuatro fases que representan la despedida necesaria de la juventud y la asimilación inexcusable de la etapa adulta.
Andar cerca de los cuarenta y mirar atrás para analizar si lo alcanzado corresponde con lo que se persiguió. Frustraciones, inconformismo, contrariedad... Inseguridad, que alcanzar años no significa aclarar ideas... Y aprender al fin que las decisiones sí tienen consecuencias.
Y dibujarlo con un ejemplo. El arte como forma de vida, cuando pasión y profesión beben de la misma fuente:
"Desde que tenía memoria, no había hecho otra cosa que pintar y, en base a esa convicción, había tomado todas las decisiones sin pararme a pensar siquiera que podía, por supuesto, equivocarme. ¿Cuánta gente, al cabo de los años, se da cuenta de repente que se ha equivocado de profesión? Pero para mí pintar era mucho más que eso. Para mí pintar un cuadro era, más que una profesión o un oficio, una forma de vivir y de sentir."


El cielo de Madrid 


JULIO LLAMAZARES
2005 Editorial Alfaguara. 264 páginas.
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